Las ortigas de Junichiro Tanizaki

Después de las literaturas rusa y norteamericana, la que más curiosidad me despierta es la japonesa. Hay como un halo extremadamente seductor que recubre muchas de sus obras. Y cuando digo esto pienso, en mayor medida, en las novelas de Yasunari Kawabata, Yukio Mishima y Junichiro Tanizaki.

Y precisamente de este último he terminado de leer Hay quien prefiere las ortigas, una breve novela, publicada en 1929, en la que se relata la historia de Kaname y Misako, quienes no encuentran la forma de terminar su matrimonio, muerto prematuramente, por falta de interés, dedicación y deseo.

En el Japón de los años veinte, lugar y fecha en los que está ambientada la novela, una separación no era bien vista. No obstante, más que al criterio de la sociedad, le temen al del suegro de Kaname, quien es mencionado en la historia como «el viejo»; así como a la reacción de su hijo Hiroshi, de apenas unos 10 años.

El libro nos propone un contrapunteo entre las apariencias de la vida social y la realidad interna de las relaciones humanas. Cómo a veces una pareja muestra una cara totalmente distinta a la que en realidad acontece tras puertas cerradas.

El viejo los invita a presenciar una obra de teatro, y ya eso es un dilema para la pareja, sobretodo para Misako que se irrita al tener que hacer el papel de buena esposa delante de su padre. Este, ya en edad bien avanzada, se ha vuelto a casar con una joven muchacha, O-Hisa, a quien adiestra como a una alumna en el arte de ser una buena esposa, para así, cuando él muera, a ella no se le dificulte volver a encontrar esposo. Prevalece una visión reducida de la mujer. Tratada como un objeto que debe funcionar de forma correcta.

Portada de Hay quien prefiere las ortigas (Ediciones Huracán, La Habana, 1973).

No obstante, el drama es más complejo, pues a raíz de la distancia entre los cónyuges, Misako, en un lapsus de tiempo anterior al que nos cuenta la novela, llega a conocer a Aso, por quien llega a sentir afecto y comienza una relación. Al contárselo a Kaname este reacciona de forma despreocupada, e incluso le da «permiso» para que lo siga viendo; conducta que Misako no se esperaba.

Lo que ella hubiese deseado del esposo no era ni comprensión, ni consideración, ni generosidad. Y seguramente le hubiese llenado de gozo oírle decir: Tienes que terminar esa locura. Incluso hubiera bastado que él calificase, no ya de ilícito, sino simplemente de insensato, aquel amor, para apartarla de Aso.¹

Tanizaki expone con maestría las divergencias entre los anhelos y las acciones de los hombres. Cómo a veces actuamos por impulsos y sin desearlo nos vemos sometidos a situaciones que no queríamos para nuestras vidas. Y por momentos el lector sufre junto a los protagonistas pensando si realmente lo más recomendable para sus vidas sea acaso la separación.

El escritor japonés Junichiro Tanizaki (1886-1965).

En determinadas situaciones Kaname envidia la relación fría del viejo con O-Hisa, donde no reina el amor, pero sí el pragmatismo y la objetividad. Para Kaname una mujer ha de ser un juguete o una divinidad, y como no logra rebajar a Misako a lo primero, ni alzarla a lo segundo, se siente frustrado.

Cuando piensa y contrapone a Misako con O-Hisa, la primera rebelde, la otra sumisa, cae en la cuenta de que «una mujer con ideas propias y sensibilidad acaba, con el tiempo, por volverse molesta y desagradable; es mejor, por tanto, enamorarse de una que pueda ser amada simplemente como una muñeca».² No obstante esta es una idea que solo cruza por su mente, pues comprende que una esposa debe ser mucho más que eso.

Vale resaltar además en la novela el diferendo entre la cultura japonesa y la de occidente, algo que aflora en diversas ocasiones, premiando de gravedad las escenas mostradas. Además, Hay quien prefiere las ortigas dialoga continuamente con otras manifestaciones artísticas como la música y el teatro, haciendo énfasis en las particularidades de la tradición japonesa, zona en la que aflora el Tanizaki ensayista, sin amedrentar el flujo narrativo de esta obra.

Podría mencionar diversos temas más que podrían ser de interés para el lector, incluso abordar el inesperado final de la novela, pero este texto es apenas una invitación a la lectura y al disfrute de una obra importante de la literatura japonesa y universal.

NOTAS

[1] Junichiro Tanizaki: Hay quien prefiere las ortigas, Ediciones Huracán, La Habana, 1973, p. 97.

[2] Ibídem, p. 143.

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